Zehra Dogan perfila una cartografía del horror a través de sus lienzos y textos. Nos describe, utilizando los tonos cálidos de su Mesopotamia natal, el resultado de la sinrazón, la crónica del delirio de un Estado cuyos tentáculos han acabado con la vida de más de 45.000 personas desde 1984.
El poeta kurdo Musa Anter (asesinado en 1995 por un antiguo miembro de los servicios secretos turcos) escribió en su poema El valle de las carnicerías: “A los kurdos no les quedaba otra opción que resistir. / La vida también llevaba por nombre resistencia”.
Zehra Dogan nos brinda el testimonio de esa resistencia, rinde tributo a sus compañeras de cautiverio y a miles de seres anónimos que se enfrentan desde hace décadas al yugo estatal, víctimas de la deriva criminal de un totalitarismo que campa a sus anchas ante la pasmosa indiferencia de la comunidad internacional.